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La lista de procedimientos diagnóstico posibles es enorme, pero sólo algunas de ellas, las que se incluyen en los protocolos diagnósticos, han demostrado su utilidad y una relación entre el resultado de la prueba y la posibilidad de embarazo, ya sea de forma natural como con las distintas técnicas de reproducción asistida. Muchas otras, antiguas, han ido siendo descartadas por demostrar dicha falta de utilidad y muchas otras, novedosas, aún no la han demostrado y no tienen, por tanto, utilidad clínica salvo en casos muy concretos. El realizar más pruebas de las indicadas supone no sólo un mayor coste económico sino una mayor angustia y el riesgo de acabar realizando tratamientos sin utilidad demostrada.
Por tanto deberemos asumir, profesionales y pacientes, que, al menos de momento, seguiremos encontrándonos con numerosas parejas en esta situación y tendremos que afrontar desde ella cual es la mejor opción terapéutica para conseguir el embarazo. Este grupo incluirá, aun no sabiendo la causa, tanto a parejas con esterilidad absoluta con total imposibilidad de conseguir un embarazo de forma natural como a aquellas que se quedarían embarazadas en pocos meses sin tratamiento. Esto ocurre especialmente en mujeres jóvenes que llevan menos de dos años buscando el embarazo, en las que las posibilidades de embarazo natural en los doce meses siguientes es superior a un 50 %. Estos dos parámetros, edad y duración de la esterilidad, serán, pues, los que en mayor medida determinen la conveniencia de seguir esperando un tiempo prudencial o comenzar ya algún tratamiento, así como cual es el tratamiento de entrada más indicado.
Se denomina EOD o esterilidad de origen desconocido a los casos en los que no se encuentra razón alguna que justifique una situación de esterilidad tras realizar un estudio protocolizado a ambos miembros de la pareja.
Dado que el diagnóstico de esterilidad no puede darse a priori sino que es una definición estadística y temporal basada en el hecho cierto de que tras un tiempo determinado sigue sin conseguirse un embarazo, algunas de las parejas estudiadas por este motivo tendrán una normalidad absoluta en todas las pruebas realizadas y tendremos que rendirnos a la evidencia de que no somos capaces de encontrar la causa de dicha esterilidad.
El porcentaje publicado en los distintos estudios es muy variable y depende más de las características de la población estudiada que del centro que realiza el estudio ya que los protocolos diagnósticos suelen ser similares en todos ellos. En conjunto las cifras de parejas con esterilidad de causa desconocida suelen rondar en torno al 18 %, siendo casi el doble en los casos de esterilidad secundaria en los que se tiene ya al menos un hijo previo con la misma pareja. Por supuesto, es desesperadamente mayor que a lo que a nosotros nos gustaría, pero resulta especialmente angustioso para las parejas que después de someterse a un riguroso estudio para saber la causa de su esterilidad se encuentran en la misma situación que al principio, sin saber qué es lo que falla.
La reacción normal en estas parejas es exigir la realización de más pruebas, de un estudio más completo, que antes o después acabe dando esa respuesta. Sin embargo, pese a lo lógico de tal actitud, es importante no caer el esa tentación y continuar de forma interminable haciendo más y más pruebas.
De forma muy concisa, podemos contestar que para nada. Sin embargo, si estás interesada en saber en qué consisten podemos extendernos un poco:
El registro diario de la temperatura basal ha sido durante tiempo un método muy empleado tanto para confirmar la existencia de ovulaciones como para determinar en mujeres con ciclos regulares cual era el periodo de mayor fertilidad. El método se basa en el hecho de que unas horas después de la ovulación, los cambios metabólicos producidos en el cuerpo lúteo del ovario determinan un ligero aumento de la temperatura basal. Dado que en la temperatura corporal influyen multitud de factores y los cambios producidos por la ovulación son muy sutiles, para los objetivos anteriores no sirve tomarse la temperatura en cualquier momento del día y con un termómetro normal. Es necesario ser sumamente meticuloso y utilizar un termómetro especial que tiene un margen de medición de entre 36 y 38 grados y una precisión mayor que los termómetros clínicos o normales utilizados para el diagnóstico de situaciones de fiebre o temperaturas superiores a 38 grados. la medición debe realizarse siempre en el mismo lugar, preferiblemente rectal y siempre nada más despertarse, tras más de doce horas de ayuno y al menos cinco horas de sueño tranquilo. No debe realizarse ninguna actividad previa, ni orinar, ni levantarse, ni fumar, ni sacudir el termómetro -si es de mercurio- ni tan siquiera hablar o emocionarse por motivo alguno.
Si se dibujan en una gráfica las temperaturas tomadas diariamente con esta meticulosidad se podrá apreciar que éstas son ligeramente superiores en la segunda fase del ciclo que en la primera. Sin embargo la necesidad de un escrupuloso seguimiento de las exigencias anteriores, el trastorno diario que esto supone, la incapacidad para predecir la ovulación sino sólo la posibilidad de su confirmación a posteriori -pues la temperatura basal sólo indica el momento de la ovulación cuando ya han pasado los días fértiles- y, sobre todo, posibilidad de obtener la misma información con métodos mucho más cómodos han hecho que las curvas de temperatura basal hayan perdido completamente su utilidad y no se utilicen nunca en el estudio y tratamiento de la esterilidad.
El TPC o test postcoital es una exploración sencilla que permite confirmar el correcto depósito del semen en la vagina durante el coito y la adecuación del moco cervical periovulatorio para el paso de los espermatozoides desde la vagina a la cavidad endometrial. El primer paso para su realización es una correcta monitorización del ciclo menstrual de la mujer pues la prueba debe realizarse justo antes de la ovulación, que es cuando la composición del moco cervical cambia para permitir el paso de los espermatozoides. El momento adecuado es el día del 'pico de LH' que es lo que detectan los tests comerciales de ovulación mediante la detección de la LH en orina con tiras reactivas y que antecede en uno o dos días a la ovulación. la monitorización también puede realizarse ecográficamente como en los controles de inducción de la ovulación. En el momento adecuado y tras concertar la cita para ese mismo día se deben tener relaciones sexuales completas entre tres y ocho horas antes de acudir a la consulta. En ese momento, tras colocar un espéculo en la vagina se toma una muestra del moco cervical y se coloca dicha muestra en el microscopio. De este modo si vemos un número suficiente de espermatozoides atravesando en línea reacta y con buena movilidad el moco cervical podemos considerar que en éste se han dado los cambios adecuados para que los espermatozoides lleguen al interior del útero y que no es esta la causa de la esterilidad.
Pese a su sencillez, el empleo de esta técnica está en franca decadencia y hace tiempo que no forma parte del estudio básico o sistemático de esterilidad. Fundamentalmente porque aunque el test postcoital muestre una buena calidad del moco cervical, la inseminación intrauterina ha demostrado ampliamente mejores resultados que los coitos programados o la inseminación intravaginal y en el caso de realizar una inseminación intrauterina da igual cual sea la calidad del moco cervical dado que el paso de los espermatozoides a la cavidad intrauterina se realizará a través de la cánula de inseminación sin contacto con el moco.. Por ello actualmente el test postcoital sólo estaría indicado en los casos excepcionales en los que por determinados motivos, poco frecuentes, se opte por los coitos programados o la inseminación intravaginal.