La endometriosis es una enfermedad bastante frecuente incluso en mujeres fértiles y asintomáticas, pudiéndose encontrar en entre un 3 y un 10 % de estas mujeres. Aunque no es una enfermedad hereditaria, sí es más frecuente en determinadas familias, debido a que la alteración de los mecanismos inmunobiológicos responsable de que la menstruación retrógrada no se reabsorba sino que forme implantes endometriósicos sí tiene una compleja herencia que hace que tener endometriosis sea hasta siete veces más probable cuando también la padece la madre o alguna hermana. Pero también influyen otros factores, siendo factores predisponentes la obesidad o el consumo excesivo de café o alcohol, mientras que el ejercicio físico regular y el tabaquismo disminuyen el riesgo. Igualmente son factores importantes la edad de la primera menstruación, la frecuencia de las reglas o el número de embarazos a término. De este modo las mujeres que tuvieron muy pronto la regla, tienen ciclos menstruales cortos y no tienen hijos poseen un riesgo mayor de desarrollar endometriosis.
Pese a lo frecuente que es esta enfermedad no es nada fácil explicar y entender qué es la endometriosis, e incluso entre los médicos son más los aspectos oscuros y desconocidos que los bien conocidos. Aunque son muchos los mecanismos propuestos para explicar su etiología, aún sigue siendo el ‘mecanismo de menstruación retrógrada’, propuesto hace ya ochenta años, el que mejor explica sus distintas características. Según esta hipótesis, en el momento de la menstruación, en el que la sangre acumulada en el interior del útero sale al exterior a través del cérvix y la vagina, parte de la sangre iría por el interior de las trompas y caería en la cavidad abdominal. Esto es algo normal y ocurre hasta en un 90% de mujeres con trompas permeables.
En ellas esta sangre se reabsorbe sin mayor problema; sin embargo, en algunas mujeres, debido a algún motivo todavía desconocido en su totalidad, algunas células endometriales presentes en el sangrado quedan ancladas en el peritoneo o superficie interna de la cavidad abdominal.
Como el resto de células endometriales, las de estos implantes endometriósicos también sangran periódicamente coincidiendo con la menstruación. Este sangrado, de escasa intensidad, pero repetitivo, acaba produciendo una reacción de fibrosis y cicatrización que hace que la zona del peritoneo donde se encuentra el implante se pegue o adhiera a la estructura con la que esté en contacto. En condiciones normales las vísceras abdominales se encuentran libres sin uniones entre ellas, perimitiendo así cierta movilidad y cierto cambio de ubicación entre ellas. Al producirse las adherencias debidas a la endometriosis (igual que cuando ocurren por una infección o una cirugía previa) las distintas vísceras quedan fijas entre sí y respecto de las paredes de la cavidad abdominal, pudiendo ser la causa de molestias ginecológicas o digestivas.
La propia reacción inflamatoria en los implantes endometriósicos puede también ser causa directa de dolor pélvico, especialmente durante la menstruación, siendo característico el aumento progresivo del dolor en los sucesivos días de sangrado. Tanto la presión directa sobre los implantes endometriósicos como la movilización de vísceras fijas por las adherencias pueden ser causa de dispareunia o molestias durante el coito, algo frecuente en mujeres con endometriosis. Sin embargo, es también muy característica la falta de correlación entre la intensidad del dolor y la severidad o extensión de la enfermedad.
Por último, el sangrado de los implantes puede acumularse dentro del propio tejido y acabar constituyendo con el tiempo, regla a regla, un depósito de sangre antigua de tamaño considerable. Esto ocurre fundamentalmente en el ovario y constituye los llamados endometriomas, también llamados ‘quistes de chocolate’ porque su contenido está formado por esos acúmulos de sangre antigua que conforman un líquido oscuro y espeso parecido al chocolate.
Aunque una correcta anamnesis y exploración física pueden hacer sospechar la existencia de una endometriosis, con excepción de los endometriomas que pueden ser correctamente diagnosticados con una ecografía, las lesiones endometriósicas (tanto los implantes como las adherencias) requieren para su diagnóstico de su visión directa mediante laparoscopia. Esta técnica es además la única que permite la biopsia de las lesiones para su estudio anatomopatológico, único que confirma con certeza el diagnóstico de endometriosis.
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