miércoles, 17 de marzo de 2010

¿Pueden los análisis valorar el riesgo de aborto cuando me quede embarazada?

Tanto en los embarazos espontáneos como en los conseguidos con técnicas de reproducción asistida, los abortos precoces son muy frecuentes y la mayoría se deben a cromosomopatías debidas al azar. Pero también hay otros factores que pueden influir en un mayor riesgo de aborto y que se estudian de rutina cuando se comienza el estudio de esterilidad. Los tóxicos (alcohol, tabaco, café, drogas ilegales,...), fármacos y factores laborales deben haber sido descartados o corregidos tras la entrevista. las malformaciones uterinas se ven en la ecografía, la histerosalpingografía y/o la histeroscopia. Las infecciones tienen un papel dudoso, pero, de existir, deben haber sido reveladas en la exploración ginecológica y/o la serología. Un hipotiroidismo subclínico, una hiperprolactinemia o un síndrome de ovarios poliquísticos pueden ser causa tanto de abortos precoces como de esterilidad, por lo que se estudian de rutina en todos los casos de infertilidad. La dabetes mal controlada y algunas coagulopatías congénitas son también buscadas de rutina en todos los estudios porque aparte de una posible influencia en el riesgo de aborto, pueden suponer otros riesgos durante el embarazo. El aumento de óvulos con anomalías cromosómicas por el agotamiento de la reserva ovárica habrá sido ya también diagnosticado o descartado.
Por todo lo anterior, en una pareja cuyo problema no es el conseguir un embarazo sino que este no se malogre repetidamente, casi todas las causas conocidas de una mayor predisposición al aborto espontáneo han sido ya estudiadas o son similares a las realizadas a cualquier pareja que acude para conseguir un embarazo que no llega. Ante el problema específico de los abortos repetidos caben entonces pocas pruebas adicionales. Tan sólo debe realizarse un cariotipo, si no se ha realizado antes, para descartar alteraciones cromosómicas ocultas en alguno de los padres, y un par de sencillas determinaciones analíticas para descartar un 'sindrome antifosfolípido'. Este sindrome es una enfermedad autoinmunitaria en la que se producen anticuerpos contra células propias, sobre todo del sistema vascular, lo cual da lugar tanto a una mayor predisposición de trombosis como a alteraciones vasculares del trofoblasto y la placenta responsables de un mayor riesgo de aborto. Este cuadro forma parte de otra enfermedad autonimune, el lupus eritematoso sistémico, o puede encontrarse de forma aislada.
Aunque no suele ser entendido por las pacientes que se sorprenden de que sólo se realicen estas determinaciones cuando ya han ocurrido varios abortos y no antes del primer embarazo, esto es lo correcto, dado que su alteración es también común en algunas mujeres con fertilidad normal y sin riesgos de aborto y sólo tienen significado pronóstico en aquellas con determinadas características o antecedentes clínicos que forman parte del diagnóstico. Por ello sólo en los casos en los que en los antecedentes obstétricos se registren al menos tres abortos precoces, un aborto tardío despues de la 10ª semana, una preeclampsia grave en un embarazo anterior o un parto prematuro por insuficiencia placentaria, o bien los antecedentes generales revelen episodios tromboembólicos en cualquier localización sin causa identificable, tiene sentido la determinación del anticoagulante lúpico y los anticuerpos anticardiolipina. En tales casos, la alteración de una de estas dos determinaciones que se mantenga al menos seis semanas despues de la primera determinación, se puede establecer el diagnóstico de 'sindrome antifosfolípido' como factor predisponente al aborto en la próxima gestación y pautar el tratamiento adecuado. Por contra, dicha alteración sin ninguno de los antecedentes clínicos señalados no supone ningún aumento del riesgo de aborto y el tratamiento no tiene utilidad alguna.

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