La histerosalpingografía explora la integridad anatómica del interior de dos estructuras contiguas e imprescindibles ambas para la función reproductiva, pero que se ven afectadas por alteraciones distintas.
La histerografía nos informa de la configuración de la cavidad uterina. Al ser un órgano formado principalmente por tejido muscular, el útero no puede verse con los rayos X dado que su densidad radiológica es similar a los órganos que lo rodean. Al introducir un contraste radioopaco en su interior hacemos como cuando colocamos escayola en un molde látex. En vez de retirar el molde para ver la forma de su interior en el aspecto que ha adoptado la escayola al fraguar, en este caso lo que hacemos es ver mediante rayos X la forma que adopta el contraste en el interior de la cavidad uterina correspondiéndose exactamente con la forma de ésta. La información que obtenemos así es muy variada. Por un lado vemos la posición y el grado de flexión y lateralización del útero. También el tamaño y forma de la cavidad que puede estar aumentada o deformada por la existencia de grandes miomas intramurales. Todos estos datos son fácilmente valorables en la ecografía y la histerografía sólo aporta un complemento gráfico menor. Más importante es la valoración de la existencia de espacios en la cavidad endometrial que no se rellenan con el contraste y que pueden corresponder a miomas submucosos, a pólipos endometriales o a sinequias, aunque la eficacia diagnóstica en estos problemas suele ser menor que la histeroscopia. Algo similar ocurre con la valoración de malformaciones anatómicas como el útero doble o tabicado.
Por ello la principal importancia de la prueba es la salpingografía o valoración de las trompas, ya que la información que nos proporciona sólo es equiparable a la que nos brinda la laparoscopia, que es una técnica más agresiva y que precisa de ser realizada en quirófano con anestesia general. De una forma más sencilla la histerosalpingografía nos permite valorar el aspecto, ubicación y longitud de las trompas y, muy especialmente, su permeabilidad. La introducir el contraste, éste pasa del útero a las trompas y podemos ver si recorre toda su longitud y si finalmente cae por su extremo a la cavidad abdominal, o si, por el contrario, su paso se ve detenido en algún punto de una o ambas trompas. También nos permite valorar si su luz es estrecha en todo su recorrido, como ocurre si la trompa está sana, o si, además de la obstrucción, existe una dilatación de su diámetro o hidrosálpinx pues en tal caso se acumularía el contrase en dicha dilatación. Finalmente, la difusión del contraste en la cavidad pélvica tras salir de las trompas, si estas son permeables, también nos da información pues puede ser normal o libre, con un aspecto típico en “hojas de cebolla”, o dar la sensación de que se encapsula, lo que nos haría sospechar la existencia de adherencias pélvicas.
Por toda esta información, la histerosalpingografía se considera en todos los centros una prueba imprescindible en el estudio básico de esterilidad, salvo que por algún motivo esté indicada previamente la necesidad de realizar una histeroscopia y una laparoscopia, en cuyo caso la información aportada por ambas podría hacer innecsaria la realización de la histerosalpingografía.
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