Sí, efectivamente. Cuando se les pide que tengan relaciones sexuales en un determinado momento, lo que era un ejercicio espontáneo y placentero se convierte en una obligación asfixiante que deteriora la calidad del encuentro sexual. La sexualidad como fuente de gratificación y placer se transforma en una fuente de estrés y obligación para la pareja y puede reducirse a lograr una meta exclusivamente reproductiva. El erotismo, el juego, la sorpresa, en muchos casos desaparecen. La prolongación en el tiempo de esta situación puede llegar a generar, en ocasiones, disfunciones sexuales.
En el hombre, el descenso del deseo sexual, la impotencia o disfunción eréctil y la eyaculación precoz o falta de control eyaculatorio son los principales transtornos asociados. En ocasiones, el hombre asocia erróneamente el diagnóstico de infertilidad masculina con una disminución de su virilidad o potencia sexual. En la mujer, puede darse descenso del deseo sexual, vaginismo o imposibilidad de realizar el acto sexual debido a la contracción involuntaria de los músculos que rodean la vagina, y dispareunia o presencia de dolor o molestia en las relaciones sexuales. La ansiedad y la tristeza son emociones que pueden afectar directamente a la calidad de las relaciones sexuales.
En estos casos, es conveniente obtener apoyo psicológico para reducir el impacto del tratamiento en las relaciones íntimas de la pareja.
Criopreservación embrionaria en pacientes con riesgo elevado de
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La efectividad de la congelación embrionaria en pacientes con riesgo
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Hace 14 años
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